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Foto del escritorLuis Angel 🔮

El Efecto Mandela: o por qué la sociedad cree recordar momentos que no han ocurrido nunca




Imagina que ves un artículo que, por fin, te refresca la memoria sobre una famosa serie de dibujos que te encantaba ver de pequeño. No recordabas su título, ni mucho de lo que pasaba, pero sí que los personajes eran conejos samuráis y que había una escena en la que el protagonista debía probar su valía partiendo en mil pedazos una zanahoria. ¡Por fin alguien da respuesta a eso que te habías preguntado por tanto tiempo!


Ahora imagina que todo eso es mentira, que ha sido un falso recuerdo que te ha provocado la sugestión de un bromista que subió un pequeño clip y unos cuantos productos de merchandising falsificados. ¿Cómo puede ser que incluso hayas recordado algunos segmentos de una serie que ni siquiera existe? Eso es lo que llevan preguntándose un tiempo varios foreros de grupos como Reddit o Forocoches a raíz del descubrimiento del Efecto Mandela.


El origen de este fenómeno data del 2010, y los agujeros en nuestra memoria colectiva que esta gente ha ido descubriendo te pueden dejar con la boca abierta.


Efecto Mandela es un término que acuñó la bloguera Fiona Broome hace ya algunos unos años. Como ella misma contaba, había mucha gente a su alrededor, incluida ella misma, que recordaba haber visto por televisión exactamente el momento en el que Nelson Mandela murió en la cárcel. El funeral en su honor y todo lo demás. En realidad, Mandela sobrevivió al presidio, alcanzó la presidencia de Sudráfrica poco después y disfrutó de una larga senectud hasta su fallecimiento, en 2013, a los 94 años.

Pero por más que expliquemos a los convencidos de que esto es así, de que su memoria podría haberles jugado una mala pasada, a muchos les cuesta asumirlo. Lo vieron "con sus propios ojos".


Los ejemplos del fenómeno pueblan las redes, especialmente desde agosto de 2015, momento en el que el término ha empezado a extenderse. En las comunidades anglosajonas hay especial controversia por una antigua serie infantil que todos veían y que, para su sorpresa, no se llamaba The Berenstein Bears, sino The Berenstain Bears, con "A". Miles de personas se indignan ante este cambio en su nomenclatura, y por mucho que rebuscan en sus cintas antiguas, no encuentran justificación a que todos ellos estén de acuerdo con que se escribía con "E".







¿Y tú? ¿Viste la retrasmisión de la plaza de Tiananmen? Sí, aquel hombre que se puso delante de los tanques como señal de paz. Pues según varios espectadores del hecho, el tanque acabó arrollando al hombre chino, pasando por encima de él y dejando incluso un charco de sangre. Para sorpresa de todos ellos, cualquier video en YouTube muestra como el tanque se detuvo ante el hombre durante un largo rato antes de que otros civiles se llevaran consigo al manifestante, intacto.


Otra cosa: ¿cuánta gente iba en el coche de Kennedy cuando le asesinaron? No, no eran cuatro personas, aunque lo recuerdes así. Eran seis.



Tejero y la mermelada de Ricky Martin


En España también se dan un par de ejemplos sonados. Puede que mucha gente jure y perjure que recuerda cómo se vivió la jornada del 23-F por la retrasmisión de TVE de lo que ocurría dentro del Palacio de las Cortes. Los gritos de Tejero, el zarandeo a Gutiérrez Mellado... Pero en verdad, la "noche de los transistores" sólo fue retrasmitida en directo por radio, y los que creyeron estar viendo las imágenes de lo que pasó dentro debieron mezclar sus recuerdos con la media hora que sí se emitió tiempo después del golpe.


Aunque para fenómeno de reescritura grupal siempre fue el famoso programa de Sorpresa Sorpresa protagonizado por Ricky Martin. La niña a la que pillaron in fraganti con un bote de mermelada y la compañía de su perro es una escena que se recordó por miles de personas durante años, aunque parece que el origen del bulo estuvo en una llamada a un programa radiofónico a la mañana siguiente inventando esta historia y el contagio del boca a boca. Aún a día de hoy hay gente convencida de que Antena 3 habría borrado las imágenes de un video que retrasmitió originalmente en los '90.



Hay que ser claros. Ninguna de esas cosas ocurrieron, y las pruebas de ello se pueden encontrar fácilmente a día de hoy. Aun así hay muchas personas no pueden aceptar ese efecto, esas nítidas imágenes de un instante que ahora nos dicen que no ocurrió, como si Phillip K. Dick nunca hubiese estado equivocado.


Lo bueno de este fenómeno es que, gracias a su vida en Internet, ha ayudado a que los ejemplos del efecto se extiendan a miles de anécdotas grupales y personales. Y también a que un montón de gente empiece a buscar las explicaciones en áreas alejadas del terreno científico. ¿Y si todo se tratase de una conspiración? Entre las posibles justificaciones al Efecto Mandela, en una de sus páginas oficiales lo achacan a un fenómeno cuántico por el cual la conciencia es capaz de viajar por distintos universos paralelos y las personas que experimentan estos recuerdos podrían no estar en su universo de origen.


Teorías aledañas sugieren que la conciencia humana se mueve por reglas y leyes del universo cuántico y que por eso tener recuerdos de otras realidades, de mundos paralelos, es posible. Es decir, que existen realidades alternas muy similares entre sí pero que dejan pequeños puntos de error que nos hacen sentir incómodos al descubrirlos. Para otros, el mundo es un software, y el Efecto Mandela son los glitches que nos dan la pista del sistema en el que vivimos. Son fallos en Matrix, vaya.

Por supuesto, todo podría ser un complot del Gobierno, especialmente en los recuerdos históricos. Tal vez sea la CIA la que ha añadido a posteriori a otras dos personas en el coche de JFK, todo para que nunca conozcamos La Verdad. Hay quién le echa la culpa al acelerador de partículas y al CERN.


Buscando el fallo en la penosa memoria humana


Las explicaciones más plausibles hasta el momento son una combinación de factores que rondan la misma idea: nuestra memoria es errónea y no funciona tan bien como nos gustaría. Algunas de esas posibles explicaciones son:


  • Efecto de la desinformación: si no tienes un recuerdo profundo de un hecho concreto, alguien te cuenta lo que ocurrió en ese momento y eso que te dice es mentira, es posible que tu memoria fije como cierto ese hecho falso basado en lo que te ha contado otra persona.

  • El sesgo de confirmación: nuestra mente tiende a buscar, interpretar o recordar información de manera que confirme nuestras creencias o hipótesis. Cuanto más te atraiga el Efecto Mandela, más agujeros verás en el pasado que confirmen este efecto.

  • Criptomnesia: nuestro cerebro a veces puede colocar cosas que hemos imaginado en el lugar de la memoria. Así empiezan muchos Efectos Mandela, con alguien que imaginó cierta cosa y luego se lo comentó a los demás.

  • Falsa atribución a la memoria: aunque los hechos no cambian, pueden ser erróneos. Si desde siempre habías oído que al hombre de Tiananmen le arrollaba un tanque (aunque es falso), es normal que, cuando te digan que eso no fue así, "visualices" esa escena. Nuestras mentes no están predispuestas por naturaleza para aceptar nuevas interpretaciones de cosas que dábamos por seguras.

  • Falsa memoria: trastorno mental común entre los afectados por el estrés postraumático, a veces, si hemos vivido algún hecho traumático, nuestro cerebro adapta lo vivido a unos nuevos recuerdos más aceptables (esta sólo podría ser una respuesta circunstancial a algunos de los episodios del Efecto Mandela que afectan sólo a la memoria particular de una persona).

  • Disonancia cognitiva: como en la mala atribución de la memoria, si algo que te cuentan contradice tu interpretación de una dimensión de la realidad (como puede ser un recuerdo o tus creencias ideológicas más firmes) tu cerebro rechazará esa nueva interpretación y la información que la acompañe.

  • Confabulación: efecto que sufren algunas personas por el que producen de forma inconsciente recuerdos incorrectos sobre los detalles más triviales (esto se percibe en la mayoría de los Efectos de Mandela), aunque podría llegar a nuevos recuerdos más complejos. Por lo general, la gente que lo sufre son personas extremadamente confiadas en sus recuerdos y normalmente se resisten a cualquier evidencia contradictoria.


Y los otros mejores ejemplos del Efecto Mandela

La escena más tierna de la película de J.J. Abrams Super 8 no es el momento en el que los dos protagonistas se dan un beso. En realidad, Elle Fanning y Joel Courtney nunca se besaron. Esa escena no existe.




Tom Cruise en la famosa escena de baile de rodríguez en Risky Business no estaba bailando con gafas de sol puestas. Iba sin gafas. Pese a ello, prácticamente todas las imitaciones de la escena que veas llevarán gafas.



Mucha gente recuerda cómo en el retrato de Enrique VIII por Hans Holbein El Joven el dirigente llevaba en su mano una pata de pavo. Esto es falso, en el cuadro no lleva ningún tipo de comida en la mano.



Si te dicen que dibujes al C3PO del episodio originario seguramente lo dibujes con su chapa metálica bañada en oro. Pero en realidad, una de sus piernas era plateada.



El monigote que representa al Monopoly no lleva monóculo. Nunca lo ha llevado. En serio.

Hay mucha gente convencida de que al personaje de Chakotay en Star Trek: Voyager lo matan en un episodio tras el que, unos capítulos después, vuelve con vida. Pero esa trama es totalmente inventada.


En una de las antiguas películas de James Bond, Moonraker, hay un personaje femenino llamado Dolly que llevaba trenzas gafas y aparato dental. Cualquier imagen de esa película demostrará que la actriz Blanch Ravalec nunca llevó aparato para esas escenas.

De hecho, hay ahora mismo en Reddit varios usuarios discutiendo por la existencia de una película noventera de dibujos animados que todos recuerdan, llamada Shazaam. Supuestamente, el comediante estadounidense Sinbad había protagonizado una explotación del genio de Aladdin. El cómico ya ha declarado públicamente que la película no existe, y aunque lo más probable es que la estén confundiendo con otra, ellos siguen empeñados en que fue real.



No son exactamente ejemplos de Efecto Mandela, más bien producto de una bola de desinformación generada a lo largo de los años. Pero seguro que recuerdas de forma incorrecta las famosas líneas de todas estas películas. Como por ejemplo: "Tócala otra vez, Sam", que es en realidad "Tócala, Sam".


"Luke, yo soy tu padre" no iba así. Es "No, yo soy tu padre". Y ni Constantino Romero se acordaba. "Ladran, Sancho, señal que cabalgamos" no está en el Quijote, es una desvirtuación de unos versos en un poema de Goethe. El discurso de "Ser o no ser" nunca se hizo con una calavera, debía ser con un puñal o directamente con nada. Y ahora lo que nos toca es difundir la verdad de este asunto.

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